El miedo del campo.
El campanario de los grillos.
La incesante cascada de las ramas.
El croar de alguna roca bajo el río.
¿Qué espera uno escuchar del vacío?
Abre un pozo de torvo suicidio
para este jarro en un aljibe de lágrimas.
Camina hecha de nubes amedrentadas.
Espalda mía que sostiene sus plantas.
Cicatriz hecha de diluvios y castigos.
¿Qué espera uno escuchar en la nada?
Corre una pregunta entre ecos fusilados.
No me dirá el campo ni me dirá el descuido.
-¡Levántate! ¡Sólo así escucharás!
Sube tu destino y mira atrás desde lo alto
los pasos errados que diste hacia el vacío.
Acepta tus huellas y llévalas contigo,
porque ellas no son tus pies
y queda demasiado por marcar. ¡Eso sí!:
jamás las olvides para no pisar lo mismo.
Así me lo dijo el camino, y con toda razón:
¿Qué espera uno escuchar rendido?