Recuerdo el eclipse de tus ojos pardos:
ese suceso constante con el que me miras.
Cada vez que tus ojos se abren al alba
se abre un cielo nuevo en cada día.
Tuve la oportunidad de perderme en ellos
y ver la obra magna de tus párpados acontecida.
Tus parpados que como dioses guardianes
crean ese universo tuyo interminable, escondida.
Recuerdo tu pupila como una luna perlada.
Recuerdo tu iris como un sol de sepia y leño.
Y el momento en que tus párpados los abren
y se forma el eclipse perpetuo hasta el sueño.
Recuerdo el eclipse de tus ojos pardos
y me recuerdo a mi, ave cazadora de sol y luna.
Recuerdo tus ojos navegantes y tibios
y me recuerdo a mi, pez atrapado en su laguna.
Recuerdo tu luna entrometerse entre tu sol
y formar en tu cielo tu eclipse, taciturna.
Recuerdo llevar mis palabras como plumas
y fundir por cada una, una estrella diuturna.
Recuerdo tus ojos de anzuelos pardos
en el que este pez enamorado moría.
Y me recuerdo ave alimentada de sol y luna
que iba soltando plumas cuando el pez sucumbía.