Los giros son algo inciertos tras las horas
y la verde vía por la que caminamos
a veces es nebulosa incierta, pasos mareados,
y caemos en extraños durmientes que no deseamos.
Por eso, mujer mía, caminante, embarcada,
yo te quiero más allá de nuestros mares,
y de nuestro férreo camino de plantas versátiles,
aunque nos quemen la frente soles distantes.
Todos somos inocentes de nuestro futuro,
todos somos culpables de nuestro pasado.
Mañana no sé bien si podré mirarte
y a la dicha de tus manos quedarme atado.
Por eso quiero ser el asaltante y el asaltado
del cariño que fue nuestro y consumimos.
Y si dos giros extraños nos vuelcan los rieles
sentir continuamente que no nos arrepentimos.