Sitio Lufso

Sobre las salchichas en hervor – #21

Tranquilamente las hermanas se van a bañar. Dispuestas con su piel rosada a tomar sol en una playa sin sol, se ríen lentamente y bailan en un mar tranquilo. Yo las miro y no se me ocurre qué pueden llegar a hacer. A veces les digo que se calmen, que dejen de ser tan inmaduras, que jamás tendrán un vestido dorado, ni una cama de plumas, ni un maquillaje sabroso, ni un viaje exótico. No me dicen nada. Entonces las dejo que giren y giren con su baile idiota. Que se rían a medida que unas burbujas les digan piropos calientes a lo largo de su cuerpo. Ellas creen que las burbujas son los machos más azules que puedan llegar a conseguir, y minuto a minuto su fama se hace tan descomunal que las burbujas ebullen y se congladurutinan alrededor de ellas. Y ellas giran y giran subiendo y bajando entre sí con su danza de frenético amor de playa y paraíso. Entonces me canso y les digo que ninguna de esas burbujas las quiere, que sólo están ahí por temporada. No me dicen nada. Apago la hornalla y las burbujas se van, dejando a las rosadas princesas solas. Entonces siento lástima y me apiado de su suerte. Les digo entonces que van a ser reinas, que les tengo un vestido dorado de pan, una cama de plumas de fideos o arroz, un maquillaje sabroso de aderezo y un viaje tan exótico que empezará con mi boca.